Conocer la historia para no repetirla
Apr 05, 2024Desde niña me ha fascinado Egipto. Recuerdo tener en casa una pequeña enciclopedia que, en la contraportada, tenía un equivalente entre nuestro alfabeto y el de otras culturas, entre ellas, los jeroglíficos egipcios. Y recuerdo intercambiar mensajes con mi hermana con esas transliteraciones.
Alguno podréis pensar “juegos de niños”. Y lo eran, obviamente los jeroglíficos egipcios no tienen nada que ver con la forma de escribir lineal de nuestra lengua. Años más tarde, hice un curso de egiptología en el Museo Egipcio de Barcelona. Todavía recuerdo la emoción de estar en la noche en el museo, casi a solas, descubriendo cada pieza, imaginando cada historia detrás de ellas.
No es mucho lo que recuerdo de lo que me enseñaron, pero sí el amor hacia una cultura que resulta apasionante y enigmática a la vez. Así que no pude resistir la oportunidad de entrevistar a Emma González, egiptóloga con mucha experiencia en excavaciones, y con una mirada diferente sobre lo que, al menos yo, había aprendido.
¿Qué nos puede aportar la egiptología hoy? ¿Qué nos puede aportar el estudio de una civilización aparentemente tan distante?
Emma nos cuenta que en realidad, aunque sea distante en el tiempo, la cultura egipcia no es tan diferente a nosotros. La medicina de la época era muy avanzada, con fórmulas magistrales, y también con la unión con la parte espiritual (en eso sí nos diferenciamos y mucho). Los griegos se encargarían más tarde de llevar ese conocimiento médico desde África hasta Europa.
La religión de los antiguos egipcios también tiene vínculos con nuestra religión cristiana. En la religión egipcia hay unas divinidades: Isis, la diosa madre por excelencia, casada con Osiris, y su hijo Horus. En su evolución, aparecen los coptos, que son los primeros inicios de la religión cristiana, que todavía existe en Egipto. La religión copta se lleva esas tradiciones milenarias. Aunque eso nos suene extraño, muchas de las representaciones de la Virgen sentada con el Niño en su regazo, son exactamente iguales a las de Isis con Horus. Los romanos también se llevaron el culto a Isis. París significa per Isis,, la casa de Isis, que evolucionó hasta el nombre París.
Otro ejemplo podría ser el de los textos sapienciales, del reino antiguo, donde se habla de una moral, una ética muy profunda, mucho respeto hacia padres e hijos… Esa manera de pensar también ha pasado a nosotros. (Al menos en teoría)
Los templos egipcios eran las primeras universidades, donde se impartían los conocimientos de medicina, matemáticas, astrología, arquitectura, filosofía etc. El conocimiento no era vetado a las mujeres, sino que las mujeres tenían los mismos derechos que los hombres.
Una de las expresiones que siempre me llamó la atención fue la de Ramsés cono “inventor del marketing”. Lo que hacía era reutilizar las estelas y monumentos de los antepasados, sustituyendo los nombres de los anteriores por el suyo propio. Llegó incluso a decir que había ganado una guerra, la de Kadesh, que en realidad, había perdido. Nada nuevo bajo el sol. Nuestros políticos hacen lo mismo.
En fin, una maravilla de conversación donde disfruté muchísimo de escuchar sobre historias de la historia.
En nuestra reflexión, Emma nos contaba que no hemos aprendido mucho, ni sobre el hecho de apropiarse de hechos históricos que no son propios, ni sobre la verdad sobre quién ganó una cierta guerra. Eso es algo que estamos viendo en nuestra actualidad también, personas que se atributen logros que no han conseguido, niveles de paro que no son reales, cifras de muertos que nunca estuvieron, desarrollos económicos que nade ve y batallas que dicen que ganaron pero en realidad, no.
La historia de la humanidad se repite continuamente, pero parece que no queremos aprender de los errores. Seguimos teniendo gobiernos a los que solo ha votado un porcentaje muy pequeño de la población, e incluso organismos internacionales a los que nadie ha elegido pero que se creen con derecho de elegir por todos. Filántropos que se dedican a comprar las políticas públicas y los organismos privados, mercenarios sedientos de poder que se creen sus propias mentiras.
La historia es la gran mentira de la humanidad. Y encima, al ignorarla y no aprender de ella, nos condenamos a nosotros mismos a repetirla.
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