La ciencia como clave para liberar la educación
Jan 31, 2023
Ana María Oliva, Directora y Fundadora de Living University of Terrain, explica el verdadero significado de la ciencia y nos enseña a utilizarla como herramienta para liberar y potenciar la educación actual, que al igual que la ciencia, ha sido desvirtuada porque ha perdido su verdadero propósito y sirve para apoyar las decisiones tomadas por unos pocos.
Si miramos lo que significa ‘ciencia’, y hojeamos el diccionario de la Real Academia Española, veremos que la define como el “conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales con capacidad predictiva y comprobables experimentalmente”.
Esa es la definición oficial, pero la realidad es otra cosa, porque en la práctica cotidiana encontramos algo totalmente distinto. Oliva asegura que “a estas alturas, sabemos que la ciencia actual responde a intereses particulares, los de aquellos que han financiado ciertas investigaciones. Sabemos que las cátedras de las universidades y que los centros de investigación tienen sponsors, laboratorios o empresas con interés en un determinado tema y, sobre todo, con intereses en un determinado resultado sobre ese tema. La ciencia de hoy en día no es neutral”.
Vemos que actualmente la ciencia no busca comprender cómo son las cosas, cómo funciona la naturaleza, la sociedad, o el ser humano. “La ciencia de hoy está sirviendo de instrumento para apoyar las decisiones que han tomado unos pocos y que distan de las verdaderas observaciones que haríamos. Incluso, en muchas ocasiones, va totalmente en contra de las observaciones que cualquiera de nosotros podría hacer”.
Según Ana María Oliva, “a lo largo de los años la educación se ha ido desvirtuando y ha cambiado su propia naturaleza, perdiendo las virtudes que podría tener de veracidad, honestidad, humildad, sabiduría, perseverancia, respeto, cooperación, capacidad de pensar, y se ha convertido en una ‘caricatura’, en un adoctrinamiento absoluto, en repetir contenidos que ni quiera coinciden con las observaciones más básicas.”
Vemos cómo hoy en día, en los centros educativos, existe un contexto donde difícilmente se puede tener un pensamiento propio, una opinión diferente, sólo hay una respuesta correcta: la que dice el profesor. Incluso, pocas veces se hace un verdadero contraste. Para poder comprender lo que es frío, se debe contrastar con lo caliente; para poder comprender la luz, de debe contrastar con la oscuridad. Si queremos distinguir formas, como un triángulo o un círculo, sobre un fondo concreto, vamos a necesitar que haya un contraste de colores y/o de texturas. De lo contrario, no podremos distinguir lo que verdaderamente hay.
Somos testigos de cómo nuestra educación actual no da contraste, únicamente se emiten afirmaciones, o descripciones únicas: esto es así y punto. No hay opciones o alternativas. La mayoría de las veces hay descripciones, no comprensiones sobre lo que se describe.
Pensemos que prácticamente se nos ‘adoctrina’ durante al menos 12 años de nuestra vida, contando entre la primaria y la secundaria. Se dice que una persona necesita aproximadamente 10.000 horas de aprendizaje para volverse un experto en un tema. Entonces, si sumamos la cantidad de horas que estamos siendo escolarizados, sin contar los estudios universitarios, tendríamos un promedio de unas 15.000 horas aproximadamente. Bastantes por encima de las necesarias para volvernos un experto, pero ¿experto en qué?
Según Ana María Oliva, “desafortunadamente nos volvemos expertos en repetir sin comprender, en adoctrinamiento y, lo peor, en no pensar y ser pensados, por no hablar de los contenidos en sí mismos. ¿Cómo se ha ido normalizando cosas que son mentira?, ¿cómo se ha tergiversado la verdad y esas descripciones infinitas de cosas que no tienen ninguna repercusión en nuestras vidas y que están totalmente desconectadas de ellas?.”
Lo más preocupante es que salimos de los estudios, de esas más de 15.000 horas de escolarización, sin ser capaces de pensar por nosotros mismos, sin poder opinar con criterio propio, con una autoestima perjudicada, creyendo que no sabemos lo suficiente, y que debemos preguntar a un experto para saber la “verdad” sobre algo, que nuestra opinión no cuenta porque simplemente no es suficiente, o porque no contamos con los argumentos intelectuales para poder defenderlo.
Hemos perdido esa libertad de pensar por nosotros mismos, porque para eso hay que tener conciencia. Deberíamos ser capaces de discernir, de pensar y analizar hechos y evidencias científicas por nosotros mismos. Y es que incluso han quitado la filosofía del currículum académico, esa asignatura profunda y apasionante que nos enseñaba a pensar. Pero pensar también forma parte del núcleo de la ciencia, porque la ciencia se trata de un método, una estructura, de cómo estructurar un proceso para obtener un conocimiento.
Además, la ciencia nos permite predecir lo que va a pasar y que, además, se puede comprobar experimentalmente. Oliva explica que “la ciencia parte de la observación: obtenemos unos datos, luego esos datos se ponen en un contexto, se les da contraste para ver si tienen contradicciones o si tienen incoherencias y, entonces, se utiliza un razonamiento o una capacidad de pensar, de encontrar patrones, de encontrar relaciones entre ellos, no sólo falacias ni creencias, ni de simplemente ir añadiendo una capa más a algo que ni siquiera se ha comprendido. Vamos haciendo todo un proceso estructurado para ver si esos datos realmente responden a las observaciones.”
Pero, si existen contradicciones ¿qué debemos hacer? Debemos seguir observando y obtener más datos. No es simplemente borrar aquellos datos que ‘no cuadran’ como muchas veces se hace. No se trata de borrar las anomalías y decir ‘esto es una anomalía’. Esta es la excepción que confirma la regla. Si hay una incoherencia, significa que todavía no se ha descubierto algo del todo.
El método científico en sí mismo es un proceso de pensamiento, y una parte importante de la generación de ese conocimiento se basa en ese pequeño apartado -o gran apartado- en las publicaciones que se le llama ‘discusión’.
‘Discusión’ podría entenderse como algo negativo, pero la discusión científica es muy sana y provechosa, porque permite comparar y contrastar ideas. “Entonces, en este momento en que de alguna manera la filosofía ha sido borrada del mapa educativo, yo realmente creo que la ciencia puede venir al rescate porque no deja de ser otra estrategia para enseñarnos a pensar, si es que realmente es ciencia, y no adoctrinamiento o repetición de ‘medias verdades’, de observaciones excavadas o simplemente puras creencias.”
Entonces, ¿por qué desde LUT decimos que la ciencia es la clave para liberar la educación? Porque la ciencia nos puede devolver la curiosidad genuina, el amor por el conocimiento, el anhelo de saber, el gozo cuando comprendes una realidad, el gozo de darte cuenta de que hay una realidad mucho más grande que esa pequeña parcela en la que tú eres capaz de ver la ciencia, la de verdad, la que realmente nos muestra cómo funciona el mundo, cómo funcionamos los humanos. Sin duda, la ciencia es un verdadero vehículo de transformación.
Por eso queríamos abordar el tema de la ciencia y la educación en esta primera entrada de nuestro blog de Living University of Terrain, porque nuestros programas educativos y cursos de formación se basan en la ciencia, en la verdadera ciencia: la que analiza, contrasta y cuestiona.
Desde Living University of Terrain queremos devolver a los seres humanos el conocimiento que nos permita elegir una vida más plena, más saludable y más feliz, a través de una divulgación que promueva el saber científico y el crecimiento humano y espiritual.
Estamos comprometidos con una ciencia rigurosa, no basada en intereses económicos, sino en el descubrimiento de las leyes naturales, y comprometidos con hacer llegar ese conocimiento al mayor número posible de personas en todos los rincones del mundo.
Hemos creado esta plataforma de conocimiento desde nuestra experiencia personal, basada en la cooperación y no en la competición, basada en la simbiosis, en esa polinización cruzada, en ese compartir desde diferentes ángulos, desde el rigor científico, desde la pasión por comprender un poco más nuestra propia vida, desde la humildad de reconocer que no lo sabemos todo. Y desde la certeza de saber que, si compartimos lo que sabemos, nos enriquecemos todos.
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"Bienvenido a esta gran aventura del conocimiento. Bienvenido a una ciencia honesta, rigurosa, abierta, divulgativa, con espíritu de colaboración y de enriquecimiento mutuo. Nos gustaría que nuestra Universidad Viviente del Terreno fuera como la nueva biblioteca de Alejandría, un lugar donde no sólo está todo el conocimiento de la época actual y del pasado, sino también todo aquel que no es tan fácil de conseguir, el que nos han ocultado en las facultades, el que se conocía pero se perdió, el que nos han ocultado, el que ha sido denostado, el que ha sido proscrito, el que ha sido quemado. El CONOCIMIENTO con mayúsculas y sin censura.
Un lugar que también sea un foro donde compartir, un foro de diálogo, de discusión científica y de divulgación. Por eso estamos empezando esta serie de artículos en los que el foco principal está en la discusión y en la divulgación científica, donde compartiremos opiniones de personas que piensan distinto, y que saben cosas diferentes, para que cada uno de nosotros pueda ir discerniendo la parte de verdad que le corresponde, porque entre todos estamos cambiando el paradigma de la ciencia. Estamos creando una nueva manera de entender la vida y de manejarnos en ella, desde lo material a lo inmaterial, de lo biológico a lo espiritual, en un continuo crecimiento vivo y orgánico. Por eso estamos cultivando con-ciencia."
-Ana María Oliva
Ingeniera industrial, máster en ingeniería biomédica y doctora en biomedicina. Es científica, docente, conferenciante, divulgadora, curiosa y, además, es fundadora, directora y formadora de Living Univertity of Terrain.
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