Los secretos del corazón

En nuestro cuerpo, tenemos “músicos” expertos: el corazón, el cerebro, los pulmones, los intestinos, el hígado…. Cada uno sabe perfectamente “tocar su melodía” y a cada instante van haciendo sonar esa sinfonía que llamamos Vida, creando un nuevo presente, escuchando lo que hacen los demás. En realidad, el cuerpo funciona como un todo, pero esa imagen de la Jam Session siempre fue muy inspiradora para mi, por ese matiz de estar siempre escuchando al otro. Si a alguien le gusta improvisar en música con otros, sabrá perfectamente a qué me refiero.

Nuestra medicina alopática se ha dedicado a estudiar esos “instrumentos” desde una mirada absolutamente materialista y aislada. Mide tanto, sus células son así, se contrae tantas veces por minuto… Pero….en la analogía musical, ¿qué es lo más importante del instrumento musical? ¿La forma, el tamaño, el número de veces por minuto que se presiona la tecla? ¿O el sonido que emite?

A veces tengo la sensación de que los árboles no nos dejan ver el bosque. Recuerdo cuando leí el libro “Human Heart, Cosmic Heart” del Dr. Thomas Cowan. Es un libro rompedor, que te desmonta uno de los grandes dogmas de nuestra medicina: el corazón como bomba que impulsa la sangre, y la verdadera causa de las enfermedades cardiovasculares. En una exposición brillante, argumentada y muy humana, el autor nos va presentando su propia experiencia personal, su acercamiento a formas diferentes de entender la cardiología, y sus conclusiones. Interesantemente, a medida que lo iba leyendo, iba también encajando otras piezas del rompecabezas.

El Dr. Tom Cowan afirma que es el desequilibrio entre el sistema nervioso simpático y el parasimpático el que nos genera las patologías cardíacas. El sistema nervioso en su rama simpática es el que nos permite sobrevivir a los peligros: ataque o huida. La rama parasimpática es la base para la digestión y la reparación. Obviamente ambas tienen toda una cascada de bioquímicos relacionadas con ellas. La adrenalina y el consumo de azúcar principalmente en la simpática y el óxido nítrico y la acetilcolina en la segunda. Una lleva a la aceleración del corazón, la otra a la relajación.

Esta idea del desequilibrio simpático – parasimpático ha sido también la base de los desarrollos sobre la “coherencia cardíaca” realizados en el Heart Math Institute en EEUU, donde se basan en enseñar cómo favorecer que el corazón funcione en forma óptima a través de calmar el simpático para que el parasimpático sea predominante en

los momentos deseados. La técnica de Coherencia Cardíaca ha sido una de mis favoritas desde hace muchos años.

Otras ideas sobre el corazón cuestionan incluso la propia forma y la función. Si el corazón fuera una “bomba” que impulsa la sangre, la cantidad de potencia necesaria para que pudiera vencer la resistencia de los capilares sería muchísimo más de la que realmente tiene el corazón. Teniendo en cuenta además que la sangre tiene cierta viscosidad, y que al pasar por los capilares su velocidad se reduce hasta casi cero, nada de eso cuadra con una bomba que empuja sangre. Sin embargo, tal vez sí podríamos considerarla una bomba que “succiona” sangre. Todo se nos pone patas arriba.

Incluso el Dr. Torrent Guasp mostró que la forma del corazón no era la que nos han enseñado, sino que el corazón es helicoidal. Numerosas investigaciones científicas han avalado esta idea, y la han refrendado con publicaciones. Tal vez el más conocido en España es el Dr. Manel Ballester.

El otro día le hice una entrevista al Dr. Sergio Mejía sobre este mismo tema, y las conclusiones y comentarios fueron realmente interesantes (está en nuestro canal de podcast). Tal vez casi todo lo que hemos aprendido en las universidades está por revisar. Tal vez haya mucho más conocimiento que necesitamos poner sobre la mesa para poder comprender de verdad qué significa ser humano y como funciona nuestro cuerpo.

Bienvenido a esta aventura del conocimiento, bienvenido al a Universidad Viviente del Terreno.